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El Diario Zen, Mayo: Cultiva Tu Jardín Zen Interior

Múltiples estudios muestran los efectos beneficiosos de la naturaleza en el individuo. Pasear por un bosque, ronronear con tu gato, o cavar un poco en tu jardín puede reducir tus niveles de estrés,y ralentizar el frenético ritmo de los pensamientos, al mismo tiempo que recobras el gusto por la contemplación.

Suiza es el lugar ideal para tal propósito: paisajes increíbles, lagos en cada rincón, fuentes, gaviotas, perros de todas las razas; sin mencionar la belleza de los parques públicos en el centro de cada ciudad.
¡Los helvéticos están muy mimados!. Y eso está bien, ya que las prácticas que sugiero necesitan de una cierta cantidad de naturaleza disponible, y que no quede demasiado lejos. He aquí un compasivo pensamiento para todos los habitantes de las megápolis de Japón, México o China; para quienes el contacto con la naturaleza se resume a una planta en maceta al lado de la máquina del café, o el canto de un pájaro como tono de llamada.

Camina lentamente.

Y, preferiblemente con un paisaje, ante ti; de árboles, hierba, palomas, gaviotas, fundiéndose con el azul.
Camina sin ninguna meta en particular, relajado, elevando tu cabeza al cielo de vez en cuando. Descubre los detalles del paisaje, los nudos en los troncos de los árboles, la gotitas brillando en las fuentes.
La clave: ir despacio. Tendrás la ayuda del famoso refrán suizo: “El lago no está en llamas”, no cabe duda acerca de la antigua sabiduría de redescubrir el arte de tomarse en tiempo necesario.
Para añadir: observa con una sonrisa divertida a los peatones que caminan con prisa y a los corredores con su ropas de deporte fluorescentes – ¡ los grupos de personas a los que antes pertenecías!.

Cuida las plantas.

En ciertas tribus africanas, la sabiduría se mide por la capacidad de un individuo de cuidar de una planta. Regarla, hablarle, mirarla desde todos los ángulos, encontrarle el mejor lugar…
Establecer una relación especial con uno de los habitantes de la Tierra; ya sea una encina, un higo o una orquídea. Para comprender cómo funciona este “indivíduo vegetal”; lo que percibe, las vibraciones que emana, lo que le gusta o le disgusta.
La clave: esta capacidad de entrar en una relación con un universo muy distinto al tuyo, incrementará enormemente tus habilidades de empatizar. Y por ende, aumentará tu capacidad de empatizar con los humanos.
Para añadir: sin estar obligado a anunciar públicamente que le hablas a las plantas, todavía puedes compartir esta práctica con tus amigos, padres, e hijos…¿y dar actualizaciones periódicas acerca de la planta a la que has adoptado?

Ilustración : Katy-Anna Gibbe.
Traducido por: Sandra María [Sao] Santisteban Delgado.

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